Cuando nos dedicamos exclusivamente a un amor, existe el peligro de olvidarnos de nosotros mismos.
La exclusividad en alguien nos hace perder la importancia de mimarnos, de cuidarnos, de amarnos.
Y nos vamos dejando, pues creemos que "el otro" lo necesita más.
Somos importantes para los que amamos, si no nos cuidamos a nosotros mismos, no podremos estar por y para ellos.
Cuando volé por primera vez con un bebé (Moira), la azafata me explicó la conducta que debía tener en caso de emergencia.
La mascarilla de oxígeno; primero debía ponérmela yo, luego al bebé.
Supongo que todos, en ese momento, nos dimos cuenta que hubiéramos hecho exactamente lo contrario.
Primero a nuestros hijos, luego a nosotros.
Con el comer y beber pasa lo mismo. En cuanto éste escasea, el poco que hay se lo damos a ellos.
Estábamos mirando un documental de esos de animales de la selva con Moira y Madicken.
Las leonas ¡Guau! qué fieras! en todos los sentidos!
Las épocas de sequía son nefastas para todos los que habitan en la selva, en la sabana o, de hecho, en cualquier lugar...
Y lo poco que cazan, si consiguen cazar, principalmente, se lo come la madre. Es la que tiene que seguir cazando si no quiere que todos mueran.
Los cachorros apenas roen los huesos.
¿Hemos perdido nuestro instinto animal?
Muchos pediatras y enfermeras, indiferentes a la lactancia, se atreven a explicar a la madre que le de el pecho durante un tiempo determinado. Diez minutos por pecho, cada tres horas.
Guau!
¿Habéis visto jamás una vaca con reloj? una coneja, una leona, una hiena controlando cuánto tiempo lleva su bebé mamando?
Absurdo ¡Qué absurdo!
No debemos olvidarnos. Ni obviarnos.
Sentir nuestro instinto. Actuar con lógica.
Cuidarnos, mimarnos, amarnos.
Feliz año a todas y todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario