"Sopa de pedres". Es esa sopa hecha de todo, de todo lo que dispongas, y que pueda dar sabor al caldo.
Y el origen del nombre se lo da una bella historia.
Una comida popular de un pueblo de montaña.
Cada aldeano tenía que aportar algún ingrediente para hacer una sopa que luego después todos, en comunión, tomarían.
Y cada uno traía lo que tenía. Que si una patata, una zanahoria, legumbres, hierbas aromáticas...
Pero había un niño en la aldea, que no tenía nada. Pero quería participar en ese encuentro popular.
Y no se le ocurrió otra cosa que aportar unas piedras blancas, brillantes y preciosas que había encontrado en la montaña.
En uno de sus innumerables paseos.
Tenía tanta vergüenza, que las echó en el puchero sin decir nada a nadie.
Pero él se sentía feliz.
Cada año se repetía ese acontecimiento.
Pero aquél, era el primero para el niño.
Y la sopa salió mejor que nunca.
Sabrosa, deliciosa.
Y todos empezaron a pensar, en qué se distinguía de la de los demás años?!
Hasta que le preguntaron al niño.
"Tiré unas piedras, es lo único que tenía"
Resulta que esas piedras eran sal.
Y pensando que no aportaba nada, lo aportó todo.
Para año nuevo, en la isla de Tjøme, se juntan los vecinos delante de una gran fogata.
Allí cada uno trae lo que puede y tenga. Comida y/o bebida.
Y todos dan la bienvenida al año nuevo de esa manera.
Delante del mar, abrigados por el fuego y conversando entre ellos.
Y ellas me preguntaron qué llevarían?
Y les expliqué que no se preocuparan, ya lo teníamos todo preparado.
Pero también querían sentirse partícipes.
Así que envolvieron cositas que tenían, para adornar la mesa común.
Y sí. Ese año quedó más bonita que nunca.
Todo es más bonito cuando ofreces lo que tienes, y no lo que te sobra.
Madicken.
Tjøme, Noruega.
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