Los embarazos de mis hijas me los llevó una comadrona que he llegado a querer mucho.
Una mujer vasca, fuerte, determinada, crítica y sobretodo, racional.
Me aferré a ella. Era la figura materna que no tenía. La que necesitaba.
Me enseñó a no escuchar a los demás y sentirme, sentir mi razón, seguir el instinto, usar el raciocinio.
Es de aquellas personas que se te presentan en el mundo como un regalo.
Las que eligieron una profesión por vocación, por amor, por determinación, porque sabían que con ella, podrían ayudar a que el mundo fuese un lugar mejor, ayudar a las personas, el futuro de la humanidad.
Y no se equivocó.
Ella dice que lo creamos nosotras, pero lo cierto es que ella nos juntó, nos crió, nos ayudó, nos educó.
Y nosotras no hicimos más que alimentarnos de ese amor y compartirlo.
Hoy, siete años después, estemos lejos o cerca, seguimos siendo una tribu. La tribu de la teta. Del amor, del respeto, de la solidaridad, del apoyo mutuo.
Nuestr@s hij@s son de todas. Nos duele en el alma lo que a la otra le pase.
Y hemos pasado mucho...
Y seguimos pasándolo, con lo peor que te puedas encontrar.
Juntas. En la distancia y en la proximidad.
Concentrándonos para que todo salga bien.
Para volver a reír juntas.
Para sabernos felices y tranquilas.
Ya sabéis quienes sois.
Y tu Nuni, ya sabes quienes somos.
Hoy todas contigo.
Tod@s somos súperheroes y súper heroínas
Madicken
Cistella, Girona.
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